domingo, 18 de
enero de 2009
Reportaje:
El amor es química... y algo de amistad
Las hormonas definen el
calendario amatorio: la testosterona dispara el deseo y la oxitoscina mantiene
la fidelidad
El amor se suele considerar indefinible, porque
unos lo ven con Freud como una sublimación del sexo, otros con Fromm como una
de las bellas artes, y otros le aplican la palabra al gato. Pero ¿y si los tres
tienen razón?
La antropóloga Helen Fisher, de la Universidad de Rutgers
en Nueva Jersey, se basa en sus experimentos de imagen cerebral (por resonancia
magnética funcional) y en el resto de la evidencia disponible para defender una
definición tripartita del amor. Primero el impulso sexual indiscriminado, una
fuerza autónoma que desata la búsqueda de pareja en cualquier acepción del término;
luego la atracción sexual selectiva; y por último el cariño, el lazo afectivo
de larga duración que sostiene a las parejas más allá de la pasión.
Son tres procesos cerebrales distintos, pero
interconectados. Y tienen una profunda raíz evolutiva común, porque su balance
controla la biología reproductiva de las especies. El impulso sexual, la primera
fase del amor, está regulado por la testosterona (masculina) y los estrógenos
(femeninos) en el común de los mamíferos, más bien por la testosterona en los
primates, y casi exclusivamente por la testosterona en el Homo sapiens.
Los hombres con más testosterona en la sangre
tienden a practicar más sexo, pero también las mujeres suelen sentir más deseo
sexual alrededor del periodo de ovulación, cuando suben los niveles de
testosterona. El declinar de esta hormona con la edad va asociado a la
reducción de todos los tipos de libido, incluidas las fantasías sexuales.
La testosterona no se relaciona con los gustos
preferenciales, sino más bien con los genéricos. Los psicólogos del Face
Research Laboratory de la
Universidad de Aberdeen, Reino Unido, acaban de demostrar,
por ejemplo, que los altos niveles de testosterona -incluso en el mismo hombre,
cuando varían en distintos momentos- se correlacionan con su gusto por los
rasgos de la cara asociados a la feminidad, en genérico, como ojos grandes,
labios llenos, etcétera. De modo similar, muchos estudios han mostrado que los
juicios de las mujeres sobre el atractivo masculino están afectados por los
niveles de las hormonas sexuales.
Varios experimentos han cartografiado las zonas del
cerebro que se activan al enseñar a los voluntarios una serie de fotos de
contenido erótico explícito. Aunque los resultados son complicados, una de las
activaciones más reproducibles y proporcionales al grado de excitación sexual
declarado por el sujeto es el llamado córtex cingulado anterior. En un
experimento independiente, esta misma zona resultó activarse cuando el equipo
del voluntario metía un gol, una coincidencia que admite varios tipos de
interpretación. O tal vez ninguna.
La segunda fase es el amor romántico, el amor en
sentido clásico de la palabra enamorarse. Es un rasgo humano universal, y su
característica definitoria es la atracción sexual selectiva. Por esta razón,
los etólogos creen probable que el amor humano haya evolucionado a partir del
ritual de elección de pareja, o cortejo de atracción típico de los mamíferos.
Parece confirmarlo el hecho de que, en casi todos los mamíferos, ese cortejo se
caracteriza por un notable despliegue de energía, persecución obsesiva,
protección posesiva de la pretendida pareja y belicosidad hacia los posibles
rivales.
Pero hay una diferencia. "En la mayoría de las
especies", dice Fisher, "el ritual de elección de pareja dura minutos
u horas, como mucho días o semanas; en los humanos, esa fase temprana de
intenso amor romántico puede durar de 12 a 18 meses". Un año y medio para elegir
pareja, ya está bien con el ritual de cortejo.
Según han documentado los antropólogos en 147
sociedades humanas, el amor romántico empieza "cuando un individuo empieza
a mirar a otro como algo especial y único". Luego el amante sufre una
deformación perceptiva por la que agiganta las virtudes e ignora las sombras
del otro. Las adversidades estimulan la pasión, las separaciones disparan la
ansiedad.
Son los signos de un alto nivel de dopamina en los
circuitos del placer del cerebro, y así lo han confirmado los experimentos de
imagen. Por ejemplo, enseñar a un voluntario una foto de su amada activa las
rutas de la dopamina en los circuitos del placer. Estos circuitos guían gran
parte de nuestro comportamiento -ni comer nos gustaría si no fuera por ellos-,
y son los mismos que se activan en el ritual de cortejo, o de elección de
pareja, de la mayoría de los mamíferos.
La hipótesis de Darwin era que las hembras elegían
a sus parejas basándose en su "sentido innato de la belleza", pero la
situación, al menos en la especie humana, parece haber sufrido todo tipo de
complicaciones. El equipo de Steve Buss, de la Universidad Estatal
de California en Fullerton, ha demostrado que el mismo hombre les parece más
deseable a las mujeres si aparece rodeado de mujeres que cuando aparece solo, o
rodeado de otros hombres. Por el contrario, una mujer pierde puntos ante los
hombres si aparece rodeada de otros hombres. La interpretación no está muy
clara, pero aquí hay algo que parece escapar del mero romanticismo. Hay otra
componente más en en la elección de pareja. Cuando los investigadores preguntan
a grupos de estudiantes heterosexuales cuáles son los atributos que más valoran
para formar una pareja, cada estudiante parece buscar los mismos rasgos que se
atribuye a sí mismo en un test independiente.
Pero el amor romántico, con ser larguísimo en el
ser humano, no suele durar más allá de un año o año y medio, y los cachorros de
nuestra especie están completamente inválidos a esa edad. Hace falta otro
mecanismo que prorrogue los lazos afectivos, y lo hay. La pista vino de dos
especies de topillos.
El topillo de la pradera (Microtus ochrogaster)
tiene un comportamiento familiar intachable. Las parejas son fieles hasta que
las muerte las separa, e incluso el 80% de los topillos no vuelven a contraer
matrimonio tras enviudar. Los dos cónyuges colaboran sin rechistar en el
cuidado de la prole, y suelen vivir con los suegros en paz . Todo lo contrario
que su especie hermana, el topillo de la montaña, Microtus montanus:
hoscos, enclaustrados en sus madrigueras individuales, traidores con sus
parejas; los machos no cuidan de la prole en absoluto, y las hembras abandonan
a las crías a las dos semanas de parirlas.
Larry Young, de la Universidad de Emory,
descubrió que la buena fama de Microtus ochrogaster sólo es cierta
como promedio: muchos topillos de la pradera son fieles y empalagosos, en
efecto, pero otros son tan traicioneros y correosos como sus primos de la
montaña. Ello le permitió hallar que la causa de esas diferencias entre
individuos es un solo gen que evoluciona muy deprisa. El gen fabrica el
receptor de la vasopresina.
La vasopresina es una hormona capaz de alterar el
comportamiento, pero necesita acoplarse a un receptor situado en las neuronas
para ejercer sus efectos. Los topillos que llevan una versión muy activa del
gen tienen mucho receptor de la vasopresina en el cerebro, y por tanto son
fieles y empalagosos. Los que llevan una versión poco activa tienen poco
receptor y por tanto son traidores y malencarados.La versión de alta actividad
predomina entre los topillos de la pradera -de ahí la buena fama de la
especie-, y la de baja actividad es la norma entre los primos de la montaña,
pero cada topillo es un mundo.
Los científicos empezaron a analizar ese gen en las
personas y a comparar sus variantes con sus perfiles psicológicos. También
añadieron a sus investigaciones otro gen similar que tiene también la capacidad
para evolucionar muy rápido, el del receptor de la oxitocina.
Los dos genes están relacionados con la oxitocina y
la vasopresina, dos hormonas que afectan al circuito del placer (o de la
recompensa) cerebral. Estas hormonas actúan a través de unos receptores
situados en las neuronas de esos circuitos. Los dos genes clave fabrican el
receptor de la oxitocina y el receptor de la vasopresina.
Hasse Walum y sus colegas del Instituto Karolinska,
en Estocolmo, han estudiado recientemente a 552 pares de gemelos o mellizos, y
a sus parejas. Han analizado su gen avpr1a (el receptor de la vasopresina) y
los han sometido a pruebas para evaluar sus "índices de calidad en la
relación marital" y de "vinculación con la pareja". El 32% de
los hombres con el gen variante permanecen solteros (frente al 17% con el gen
estándar), y todos sus índices de "calidad marital" y vinculación
afectiva son significativamente menores.
Cuando una topilla de la pradera recibe una dosis
cerebral de oxitocina, se siente vinculada de inmediato al macho que esté más
cerca en ese momento, y de forma perdurable. En humanos se ha hecho una prueba
similar, pero con dinero. Un equipo de economistas y psicólogos suizos demostró
que una simple inhalación de un aerosol de oxitocina hace que la gente confíe
más en los extraños y, por ejemplo, les preste mucho más dinero en una
situación ficticia (pero con dinero real puesto por el voluntario).
Ambos genes evolucionan muy deprisa y producen
variantes (alelos) de mayor o menor actividad, con efectos similares a aumentar
o disminuir la cantidad de las hormonas. Ya se ofrecen por Internet productos
como Enhanced Liquid Trust basados en la oxitocina, "diseñado para mejorar
el área de citas y relaciones en tu vida".
Pero el amor se parece mucho al amor propio. Lisa
DeBruine, de la
Universidad McMaster de Ontario, reclutó hace unos años a un
grupo de voluntarios para jugar por Internet a una especie de dilema del
prisionero. Cada voluntario podía ver en el ordenador la cara del otro jugador,
y sólo con eso tenía que decidir si compartía con él su dinero o intentaba
hacerle una pifia. La pifia, en realidad, se la había hecho DeBruine a todos
los voluntarios, porque al otro lado del ordenador no había nadie. El supuesto
jugador no era más que un programa, y las caras habían sido generadas por
métodos informáticos. El resultado fue que la mayoría de los voluntarios había
decidido compartir su dinero candorosamente cuando la cara del otro jugador
era... ¡la suya propia!
Si hay una cuarta fase del amor, lo más probable es
que esté al otro lado del espejo.
1.¿De qué depende la “calidad marital”?
- Depende del receptor de la vasopresina.
2. Según la antropóloga Helen Fisher
¿Cuáles son los procesos cerebrales implicados en el amor? ¿Cómo los
estudió?
- Primero el impulso sexual indiscriminado, que es una fuerza autónoma que desata la búsqueda de pareja en cualquier acepción del término. Segunda la atracción sexual selectiva y tercero el cariño, que es un lazo afectivo de larga duración que sostiene a las parejas mas allá de la pasión.
- Por experimentos de imagen cerebral (por resonancia magnética funcional) y también en el resto de la evidencia disponible para defender una definición tripartita del amor.
3. ¿Cuáles son las características del
“amor romántico” humano y de donde deriva evolutivamente?
4. ¿Cuánto debería durar el “amor
romántico”?
- Puede durar entre 12 a 18 meses. un año y medio para elegir pareja con el ritual del cortejo.
5. ¿Cuál es el efecto de la oxitocina en
el amor y en los negocios?
- La oxitocina tiene la capacidad de evolucionar muy rápido, afecta al circuito del placer (o la recompensa) cerebral. El ejemplo en el amor es el de la topilla cuando recibe una dosis cerebral de oxitocina se siente vinculada de inmediato al macho que esté más cerca en ese momento y de forma perdurable. En el negocio un equipo de economistas y psicólogos suizos demostró que una simple inhalación de aerosol de oxitocina hace que la gente confie mas en los extraños y , por ejemplo, le presta mucho mas dinero en situación ficticia.
6. ¿Qué es lo que provoca el “lazo
afectivo de larga duración”?
- El cariño, que sostiene a las parejas más allá de la pasión.
7. ¿cuáles son los efectos de la testoterona
y de los estrógenos en el amor?
- El impulso sexual está regulado por la testosterona (masculino) y los estrógenos (femenino). Las testosterona en la sangre tiende a que las mujeres practiquen mas sexo y cuando llega al periodo de ovulación es cuando le sube mas la testosterona. Con la edad se reduce. Los psicólogos del Face Research Laboratory de la Universidad de Aberdeen, Reino Unido, acaban de demostrar que los altos niveles de testosterona se correlaciona con su gusto por los rasgos de la cara asociados a la feminidad, en genérico, como ojos grandes, labios llenos, etc.
8. ¿Qué es lo que provoca el “amor
romántico”? ¿Cuánto dura entre los humanos y otros mamíferos?
9. ¿Qué parte del cerebro se activa con
la excitación sexual? ¿Qué otra cosa la activa?
- El córtex cingulado anterior. Un experimento que hicieron a un voluntario era que cuando el equipo del voluntario metía un gol se activaba la misma zona.
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